Hacia el hombre biónico
Un mero problema técnico nos separa de ese mundo futurista, aunque sea de los grandes
Javier Sampedro 17 DIC 2012 - 17:40 CET
El
camino hacia el hombre biónico de la ficción futurista se enfrenta
todavía a escollos tecnológicos formidables, pero sus fundamentos
científicos no pueden ser más sólidos. Lo que cada uno de nosotros
experimenta como una percepción del mundo externo, una decisión libre,
un juicio moral o la voluntad de mover una mano consiste -literalmente-
en la activación de ciertos grupos de neuronas concretos, que ocupan
lugares discretos y entablan coreografías reconocibles en nuestro córtex
cerebral, la fea y arrugada capa exterior del cerebro que encarna la
mente humana. Pensar es una actividad física -una cosa que se puede
detectar, medir e interpretar- y lo que nos separa del hombre biónico,
por tanto, es un mero problema técnico. Uno de los grandes, pero un
problema técnico. Clic AQUÍ para seguir leyendo y ver la imagen.
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